miércoles, 23 de abril de 2008

El Coyote

Estoy seguro de que con el título del blog, instintivamente todos habéis pensado que iba a escribir algo sobre el Coyote del Correcaminos pero "va a ser que no". No obstante y todo dicho sea de paso, el pobre es uno de esos personajes sistemáticamente maltratados por los dibujos animados. Porque, vamos a ser sinceros ¿Quién no ha deseado alguna vez que le caiga encima el pedrusco de granito al puñetero avechucho, o que le explote la granada marca "ACME", que se halla camuflada en medio del maíz, o, por último, que en el túnel dibujado por el pobre Coyote, aparezca un trailer de 25 ejes que convierta al impertinente bicho en pájaro a la petitoria? ....

A lo que iba, que ya me estoy dispersando (tercera de las tres frases del post anterior). Todo viene de una conexión neuronal de ideas diversas: Primero, que hoy es el día del libro; y segundo, que he recordado un artículo de Pérez Reverte en el XL Semanal, sobre sus hábitos lectores.

Ambas cosas me han hecho rememorar mis andanzas lectoras infantiles.

Al igual que Pérez Reverte, yo también era un lector voraz. Todo lo que caía en mis manos era leído sin piedad. En aquellos años tan solo hubo dos excepciones, dos máculas a mi intachable depredación lectora: "De los Apeninos a los Andes" de Edmundo de Amicis y un libro infernal, cuyo título ni recuerdo, sobre las cruzadas. En ambos casos, tarde años en darme por vencido, y periódicamente, los tomaba de la librería y me proponía leerlos. Pero fue imposible. Ambos terminaron con el 95% de las páginas vírgenes.

Leía en cualquier lugar. En el dentista, mientras me hacían mil y una perrerías (la dentista le decía siempre a mi madre que yo era su mejor paciente, porque si bien tenía siempre el libro o el tebeo en medio del foco, por otro lado me dejaba hacer de todo mientras no me quitasen la lectura :-D ), en la ruta del cole (de hecho cada vez que escucho una canción de Boney M, automáticamente me viene a la memoria las aventuras de "Alfred Hitchcock y los tres investigadores" que leía mientras el casette del conductor se repetía día tras día ya ños tras año sin excepción), en el metro, o en cualquier lugar que implicase una espera conocida. Hace unos años, un excompañero me llamo "estresado de la lectura", cuando le dije que aprovechaba los atascos de la M40 para ir leyendo libros, aunque fuesen solo dos páginas.

El tema de "El Coyote" viene de todo lo anterior.

Cuando tenía 13 años (más o menos) salió una colección del personaje creado por José Mallorquí, que me pilló en medio de mi interés por la ciencia ficción y por las novelas del oeste, decantándose mayoritariamente por estas últimas durante casi dos años. Por una vez, y sin que sirviese de precedente, mi padre decidió hacer la colección, y casi instantáneamente caí rendido a los cínicos encantos ("jobar" que cursi suena esto) de Don Cesar de Echagüe. Cada semana iba al kiosco y compraba el o los volúmenes que hubiese, y tan pronto como podía comenzaba su lectura. Lo leía primero en casa, y continuaba en el metro, desatendiendo a mi hermano al que colocaba de tal manera que no me hiciese falta mirarle para saber que estaba bien. El problema llegaba en las horas de clase, que es a donde quería llegar. En matemáticas, religión, plástica, etc, era imposible coger el libro. Sin embargo encontré tierra fértil en Lengua Española. Resulta que el libro de la asignatura era rectangular y pequeño. Casi, casi del tamaño de "El Coyote". Así que mientras se suponía que tenía el libro abierto atendiendo a la clase y a las explicaciones del Requero (profesor de Lengua Española), me dedicaba, en realidad, a leer y fantasear con las aventuras del enmascarado, sin que se enterase nadie más que mi compañero de pupitre. En ocasiones estuve a punto de ser cazado in fraganti, pero el volumen corporal de mi vecino de delante y el hecho de que ambos libros fuesen casi idénticos en tamaño y forma, evitaron que ésto tuviese lugar. Y así, semana tras semana, conseguí terminar de leer la colección.

Hace un par de años, rebuscando entre las cajas procedentes de la mudanza de casa de mis padres, aparecieron los ciento y pico libros de la colección. Reconozco que estuve en un tris de volver a leerlos, pero un sentimiento de nostalgia de aquellos años impidió que lo hiciese. Reconozco que me echó para atrás el temor a que, ya mayor, me desilusionasen y rompiesen la magia del tiempo y del momento en que fueron leídos. Así que volví a guardarlos en su caja en espera de una segunda oportunidad. Y ahí siguen.

De postre, hoy, La buena vida y su Actor mejicano, por lo del sombrero :)

14 comentarios:

CalidaSirena dijo...

Espero que las broncas hayan acabado y que las aguas hayan vuelto a su cauce, pues por estas orillas, te echamos de menos.

Un cálido besito de sirena

Syl dijo...

Creo que hiciste bien, cada situación tiene su momento y con el coyote ya lo viviste entonces...ahora leerlos, probablemente sería romper aquel encanto del pasado.

Un amigo mío también lo leía...yo nunca...lo mío era "mortadelo y filemón", que también me tragaba en todas partes y a todas horas.

besitos.

María dijo...

A mí de niña me encantaba leer toda la clase de tebeos como Zipi y Zape, me pasaba los veranos entre jugar y leer.

Hoy me encanta la lectura de autoayuda, tipo más bien de psicología. También me gusta leer a Pérez Reverte.

De todas formas, bienvenidas sean todas las lecturas, porque todas aportan mucho.

Un beso.

Firebrand dijo...

Oye Boticcario:
Yo también quiero leer el final de la historia del encierro W.C. o encierro 00, pero parece que el autor esta desaparecido. Nos dejó dos capítulos y si te visto...no me acuerdo

María dijo...

De nuevo estoy aquí visitando tu blog, y aunque no hayas colgado otra entrada, te dejo mis saludos y te deseo un bonito día.

Un beso.

Lágrimas de Mar dijo...

ahora no leo comics ni tebeos pero los he leido por cientos

besos

lágrimas de mar

Luna Carmesi dijo...

En casa siguen entrando comics... Ahora mismo estamos leyendo cosas de Juan Gimenez.
y tenemos un gran cantidad de los años 80 y 90... Pero de este Coyote nada de nada...
:-/
Un buen tebeo tiene la misma importancia que una novela. Mi opinion por supuesto.
Un beso.

dintel dijo...

Cuando leí el artículo de Reverte pensé lo mismo que tú.

¡Qué chulos los tres investigadores!

maroche dijo...

Hola, Boticcario. Encantada de pasarme por aquí y ver que seguimos compartiendo aventurillas cotidianas.
Yo también era de niña una lectora voraz, lo sigo siendo, a veces sin criterio, a veces monotemática. Y recuerdo esos doce años, en que sacaba un libro nuevo cada día de la biblioteca. La bibliotecaria me miraba fijamente diciendo "No es posible que te lo hayas leído desde ayer" pero al final se rendía, puesto que no repetía ninguno. Recuerdo un verano que me mandaron a colonias a un albergue, creo que fue en Cercedilla, y descubrí que tenían biblioteca. Al final de la quincena entregaban premios "al más deportista", "al más ordenado", "al más popular", "al mejor en trabajos manuales" etc, etc. Yo nunca había esperado, ni mucho menos ganado nada. Pero ese verano hicieron el premio "rata de biblioteca" y me lo entregaron con honores, porque en quince días había leído QUINCE libros. Podrían haberlo llamado "premio al escaqueo" y hubiera sido más veraz.
Siguiendo con los recuerdos, por aquél entonces también me llevaba el libro nuestro de cada día para leer en clase. Como yo era bastante menudilla me retrepaba en el pupitre y ponía el libro sobre mi falda y a pesar de estar en primera fila, me las arreglaba para parecer abstraída pero atenta, ya que levantaba la vista y miraba fijamente al profesor cada vez que tenía que pasar página.
A mí sí que me pillaban, y los profesores se lo comentaban unos a otros.
- "Roche, ¿Qué tienes en el pupitre?"
- "Un libro, profesor"
- "¿es de la asignatura?"
- "El de encima, sí"
Pero como hacía gala mi habilidad femenina para leer y escuchar al mismo tiempo, cuando me preguntaban a bocajarro para ver si estaba distraída solía salir bastante airosa del trance. Mi compañera de pupitre alucinaba. Y como sacaba muy notas, y no molestaba ni alborotaba la clase, me solían dejar en paz.
Sólo hubo una profesora que se molestaba mucho, porque se desconcentraba de hablar y ver que yo no le escuchaba. Y me castigó a sentarme en una silla individual, de ésas con pala, el resto del curso.

Yo también me hice la colección de las aventuras del Coyote, y hasta hace muy poco, en casa de mi madre había siempre un par de ejemplares en el lavabo, la mejor sala de lectura.

Besitos
Mariola, aunque ahora ya tengo cuenta blogger...

maroche dijo...

Por cierto, si a alguien le interesa, en el emule están en formato pdf.
ed2k://|file|Mallorqui, Jose - Coleccion El Coyote 01-66.zip|15206743|4F70614F922A8924E82BC75A7142AC47|/
Ciao

María dijo...

No tienes ningún texto nuevo pero seguiré entrando para ver si cuelgas uno y poderte leer.

Feliz Lunes.

Un beso

boticcario dijo...

CalidaSirena Bueno, ahi siguen ;)
Sylvie A mi también me encantaban Mortadelo y Filemón. Me he reido con ellos como con ningún otro comic. De vez en cuando compro los titulos viejos, porque los actuales han perdido su gracia, para reirme a gusto
Maria Es que leer es maravilloso. ;)
Firebrand El desenlace está en mi cabeza, lo que no encuentro es el momento de hacer que salga por mis dedos
lágrimas de mar Pues siempre es momento de volver a ellos
Luna Carmesi Es que El Coyote no era un comic, si no novelas :D
dintel A mi me chiflaban. Que pena que los libros no aguantasen la infancia destructiva de mi hermano
Maroche Jajaja... eres la primera persona que conozco que hacia lo mismo que yo :DDD ¡Gracias por el enlace!

Luna Carmesi dijo...

¿En serio?
Aaaahh jajaja
Que bueno... Pues tienen una estetica muy particular sus portadas!!!
jajaja
Hoy ya sabemos algo nuevo!!!
:-)

tequila dijo...

yo tengo un libro maldito, lo he intentado muchas veces, mas como reto que otra cosa, pero nada, imposible, siempre me atasco en el mismo lugar( he llegado a mirar las siguientes hojas para asegurarme que hay algo escrito, jeje)
me encanta ver que te apasiona leer( hasta en los atascos!!, pero bueno en madrid son largos y duran no?)
no conozco esa colección pero ciento y pico libros son muchas propinas.
lo de no romper la magia es cierto. Se me ocurrió leer un libro de mi juventud y no es lo mismo. Quizá la colección pueda ser heredada por tus peques.

un besazo boticcario